IES DUQUES DE NÁJERA 

Centro

Aunque somos relativamente jóvenes, las raíces del árbol genealógico de lo que hoy es el IES Duques de Nájera se hunden en lo más profundo del subsuelo educativo de nuestra ciudad. Nacimos como instituto en el año 1987 en el seno de lo que las gentes de Logroño conocen con el apelativo familiar de La Industrial, una de las instituciones docentes con más solera en estas tierras riojanas. En rigor, La Industrial no es otra cosa que una de las primeras Escuelas de Artes y Oficios, creadas por el Real Decreto de 6 de noviembre de 1886  ni qué decir tiene que nuestro paisano Sagasta, a la sazón Presidente del Gobierno, tuvo mucho que ver su nacimiento. Al principio no tenía casa propia y durante años se alojó en diversas dependencias, entre ellas el edificio del Instituto de Enseñanza Media Práxedes Mateo Sagasta (construido también con el padrinazgo de nuestro benefactor, en 1897). Tuvo que esperar hasta 1914 para ver cómo se iniciaban las obras de un excelente edificio diseñado por los arquitectos Rubio y Mosteiro, que mereció ser inaugurado por el propio rey Alfonso XIII el 14 de septiembre de 1925. Así pues, ese envidiable edificio de ladrillo rojo y piedra caliza, de altos ventanales y de ornamentación ecléctica, equidistante entre lo clásico y lo barroco, situado al principio de la Avenida de la Paz, fue nuestra casa cuna; allí nacimos, y allí pasamos también los primeros años de nuestra infancia. Vamos a explicar someramente cómo fueron las cosas.

La Industrial fue durante muchos años el único escenario público de nuestra ciudad destinado a las enseñanzas profesionales. En él convivían dos centros en los que se impartían respectivamente las enseñanzas de Artes Aplicadas y las de la antigua Maestría Industrial. La Ley General de Educación de 1970 transformó las Escuelas de Maestría Industrial en Institutos Politécnicos y reorganizó sus enseñanzas (oficialía y maestría) en dos nuevos niveles: FPI y FPII. Como quiera que la demanda de estos estudios fuera cada vez más creciente, las autoridades educativas tuvieron a bien construir un nuevo edificio destinado a albergar a las diferentes familias de la nueva FP. Y así se hizo: el nuevo Instituto Politécnico se ubicó a las afueras de Logroño, en su extremo sur. Pero resultó que este nuevo edificio era insuficiente para cobijar a la totalidad de las especialidades profesionales que reclamaba el entorno productivo de nuestra comunidad. Por ello, algunas de las especialidades de la nueva FP siguieron alojándose en el espacioso edificio de La Industrial; allí quedaron las especialidades de bata blanca (delineación, dietética y enología), conviviendo con las antiguas enseñanzas de Artes Aplicadas, que para entonces ya habían sido elevadas al rango de enseñanzas universitarias por la Ley General de Educación de 1970. Pero, oficialmente, estas especialidades formaban parte del nuevo instituto de FP; de manera que, de hecho, lo que sucedía era que el nuevo instituto de FP, el Politécnico (actual Cosme García), se reservaba unas dependencias como aulario en La Industrial. 

Como la situación era realmente engorrosa, pues los alumnos tenían que hacer los papeleos en las dependencias del nuevo Politécnico y recibir las clases en las aulas de la vieja Industrial, y los profesores también tenían que ir al retortero de un lado para otro, los responsables educativos acabaron por otorgamos fuero y en el año 1987 nos convirtieron, mediante una especie de mitosis, en un nuevo instituto: el Instituto de Formación Profesional nº II. ¡Ya habíamos nacido! Eso sí: teníamos partida de nacimiento pero carecíamos de domicilio propio; seguíamos viviendo en La Industrial.

Pasados unos cuantos años, la situación volvió a repetirse y se planteó la conveniencia de dotamos de dependencias propias, adecuadas a las enseñanzas que estábamos impartiendo, y a las que nos reservaba una nueva ley, la LOGSE, que tenía entre sus objetivos la dignificación de la Formación Profesional y la extensión de la educación obligatoria hasta los dieciséis años. Nuestra nueva casa, la nuestra  y vuestra también, claro está , se construyó en el extremo suroeste del casco urbano, en una zona de expansión de la ciudad, con buenas vistas, buen sol, buenos vecinos y buen ambiente. Hicimos la mudanza en el curso 91 92 y nos instalamos tan ricamente aquí, en el número 100 de la calle Duques de Nájera. Si queréis saber exactamente dónde estamos, podéis consultar el plano que figura en esta misma página. Eso sí: recordad que, una vez que tuvimos casa nueva, decidieron también darnos nombre nuevo. Nos bautizaron (o rebautizaron ) en el 92, con el nombre de Duques de Nájera, y si queréis nos podéis llamar el Duna o el Duques, igual que a nuestro padre lo llamáis el Cosme, y a nuestro tío, el Sagasta, y a nuestros primos, el Deluyar, el Mingot, el Daniel, la Laboral, el Batalla, Comercio, etc. También son buena gente; ¡no faltaba más: son nuestra familia!